Expreso
Fuera de Ruta
04 Abril de 2009
Gloria Ciria Valdez Gardea*
En otras ocasiones hemos dicho cómo Altar, Sonora se convirtió, desde mediados de los años 90’s, en un punto estratégico para la migración de decenas de personas, quienes se asentaron en la localidad para proveer servicios a los migrantes en tránsito, que desde entonces van en busca de la migración internacional.
Es importante mencionar que no se puede hablar de una cifra exacta de la población indígena que permanece en Altar, ya que uno de los métodos utilizados para saber la cantidad de habitantes es a través de la lengua que hablan, como lo hace el Inegi en los censos de población y vivienda.
En muchas ocasiones los indígenas se niegan a admitir que manejan alguna lengua, o a decir su lugar de procedencia, lo cual no permite que las cifras manejadas no sean totalmente apegadas a la realidad.
Lo anterior implica que no se cuenten con cifras confi ables al respecto. Ello constituye un problema para los investigadores, pues no se cuentan con insumos necesarios para estudiar el fenómeno, además de que las cifras se basan en los habitantes que radican en comunidades tradicionales hablantes de lenguas indígenas, apoyados con los datos de programas nacionales - como los de Jornaleros Agrícolas -, limitando el análisis a otros campos de acción en donde la población indígena tiene incidencia como su participación en la migración internacional, en la migración interna para trabajo en la construcción, turismo, servicios, comercio ambulante, etcétera.
En el caso de la migración indígena en Altar, ésta ha reconfi gurado la comunidad en términos urbanos y en demanda de servicios. En un inicio los habitantes de Altar se quejaban que los migrantes les estaban robando su plaza.
Los altareños nombraban al migrante “el Oaxaca” haciendo afi rmaciones como: los oaxacas ya llegaron y en el pueblo no hay sufi ciente para vivir”, o que la plaza se había “enegrecido” por la llegada de los migrantes. El migrante fue percibido como el “otro”.
Los migrantes han posicionado su presencia en Altar. Muchos han instalado pequeños puestos de comida regional en diferentes puntos del poblado y numerosos puestos donde se ofrece todo lo que el migrante, en busca del cruce internacional, necesita: gorras, guantes, chamarras, mochilas, botas, linternas, cabezas de ajo -para prevenir mordeduras de animales-, entre otras cosas. También se observa migrantes vendiendo atole y tamales por las calles de la comunidad así como dulces tradicionales.
Sin duda alguna, Altar es un punto geográfi co importante para observar la transformación de una comunidad previamente agrícola y ganadera, en un espacio reconfi gurado para recibir a la migración interna y de paso.
(*).- Profesora-investigadora del Centro de Estudios de América del Norte de El Colegio de Sonora
Fuera de Ruta
04 Abril de 2009
Gloria Ciria Valdez Gardea*
En otras ocasiones hemos dicho cómo Altar, Sonora se convirtió, desde mediados de los años 90’s, en un punto estratégico para la migración de decenas de personas, quienes se asentaron en la localidad para proveer servicios a los migrantes en tránsito, que desde entonces van en busca de la migración internacional.
Es importante mencionar que no se puede hablar de una cifra exacta de la población indígena que permanece en Altar, ya que uno de los métodos utilizados para saber la cantidad de habitantes es a través de la lengua que hablan, como lo hace el Inegi en los censos de población y vivienda.
En muchas ocasiones los indígenas se niegan a admitir que manejan alguna lengua, o a decir su lugar de procedencia, lo cual no permite que las cifras manejadas no sean totalmente apegadas a la realidad.
Lo anterior implica que no se cuenten con cifras confi ables al respecto. Ello constituye un problema para los investigadores, pues no se cuentan con insumos necesarios para estudiar el fenómeno, además de que las cifras se basan en los habitantes que radican en comunidades tradicionales hablantes de lenguas indígenas, apoyados con los datos de programas nacionales - como los de Jornaleros Agrícolas -, limitando el análisis a otros campos de acción en donde la población indígena tiene incidencia como su participación en la migración internacional, en la migración interna para trabajo en la construcción, turismo, servicios, comercio ambulante, etcétera.
En el caso de la migración indígena en Altar, ésta ha reconfi gurado la comunidad en términos urbanos y en demanda de servicios. En un inicio los habitantes de Altar se quejaban que los migrantes les estaban robando su plaza.
Los altareños nombraban al migrante “el Oaxaca” haciendo afi rmaciones como: los oaxacas ya llegaron y en el pueblo no hay sufi ciente para vivir”, o que la plaza se había “enegrecido” por la llegada de los migrantes. El migrante fue percibido como el “otro”.
Los migrantes han posicionado su presencia en Altar. Muchos han instalado pequeños puestos de comida regional en diferentes puntos del poblado y numerosos puestos donde se ofrece todo lo que el migrante, en busca del cruce internacional, necesita: gorras, guantes, chamarras, mochilas, botas, linternas, cabezas de ajo -para prevenir mordeduras de animales-, entre otras cosas. También se observa migrantes vendiendo atole y tamales por las calles de la comunidad así como dulces tradicionales.
Sin duda alguna, Altar es un punto geográfi co importante para observar la transformación de una comunidad previamente agrícola y ganadera, en un espacio reconfi gurado para recibir a la migración interna y de paso.
(*).- Profesora-investigadora del Centro de Estudios de América del Norte de El Colegio de Sonora