Ficha bibliográfica:
Valdéz-Gardea, G. C. (2008). Revisitando la antropología de la migración:frontera, actores y trabajo de campo. En G. C. Valdéz-Gardea, Achicando futuros. Actores y lugares de la migración. Hermosillo, Sonora, México: El Colegio de Sonora.
Gloria Ciria Valdéz-Gardea*
Esta trabajo surge a partir de una serie de reflexiones realizadas durante trabajo de campo por las comunidades fronterizas de Agua Prieta, Nogales, San Luis Río Colorado y el corredor Altar-El Sásabe de junio del 2006 a marzo del 20007, que me permitieron repensar algunas de las categorías y supuestos que han subyacido en los estudios sobre migración e incluso en las metodologías utilizadas por los antropólogos. Lo anterior me llevó a esbozar algunos puntos que no pretenden agotar el tema sino más bien iniciar la discusión del mismo.
El repensar las antropologías de la migración requeriría desde nuestra óptica, discutir lo que entendemos por frontera (siendo ésta no sólo el espacio en donde se "materializa" el cruce); hablar de técnicas metodológicas para el estudio de grupos complejos, móviles y volátiles en un contexto dinámico; y el reconocimiento de la heterogeneidad del sujeto de estudio que desafía al estereotipo tradicional del actor migrante.
La frontera revisitada
Diferentes autores perciben la necesidad de dirigir los estudios de frontera desde una perspectiva interdisciplinaria y transfronteriza que supere los tradicionales enfoques históricos y geopolíticos, los cuales se asientan la mayoría de ellos en un concepto obsoleto de lo que es la frontera ligada a los procesos de militarización, burocratización, centralización y legitimación de los estados nacionales (Massey, Durand y Malone, 2002; Vila, 2003; Kearny, 1991)
Sin duda alguna, las nuevas dinámicas que generan los procesos de globalización en su triple vertiente-flujos globales, individualismo radical e identidades de resistencia, requieren de nuevos conceptos y teorías que nos ayuden a interpretar esta compleja realidad.
En los casos de estudio de migrantes que hemos venido analizando, los bordes o fronteras que ellos han cruzado y continúan cruzando, son muchos más que nacionales. Muchos de estos migrantes provienen de comunidades donde la migración a otros lugares tiene una larga tradición y las fronteras que la gente cruza son étnicas, culturales, estatales, geográficas, dentro de nuestro país así como la frontera de México y Estados Unidos. En el caso de menores migrantes por ejemplo, entrevistas muestran que muchos de ellos han experimentado doble o triple proceso migratorio dentro de su estado natal (ranchería-comunidad rural-ciudad) antes de dirigirse hacia el norte en busca de la migración internacional.
Más aún, cuando los migrantes entran a Estados Unidos están de nuevo cruzando otra serie de fronteras regionales que son a menudo distintas de aquellas en México pero también pueden sobreponérseles. Como por ejemplo la jerarquía racial/étnica de México que se vive en las comunidades mexicanas en Estados Unidos (Stephen 2007), o el discurso regionalista escuchado en entrevistas con migrantes en San Diego en donde se hace notar el antichilanguismo (Valdéz-Gardea y Balslev-Claussen 2007). Lo anterior muestra los conflictos al interior de la comunidad migrante contrario a la idea de redes sociales basadas en apoyo mutuo y armonía.
De esta manera, el análisis tradicional de estudios de la frontera, representado geográficamente por las comunidades colindantes con el país vecino conocidas como ciudades "hermanas" resulta limitado para el estudio de las prácticas migratorias que confluyen ahí y más cuando en estas prácticas están involucrados una serie de eventos y experiencias que traen consigo la población migrante que permean o shape el entorno social, cultural, urbano y arquitectónico en las comunidades fronterizas y en las comunidades de tránsito y temporales.
Como lo apunta Méndez:
"[…]la frontera es área de transición en amplio sentido, en ella se define sólo de manera momentánea el destino de los flujos concurrentes. Esta conciencia de lo efímero y lo relativo en el espacio es lo que configura los rasgos arquitectónicos peculiares[…]" (2006, 13).
La presencia de migrantes en tránsito o temporales asentados en las comunidades fronterizas y en aquellas cercanas a la frontera como el poblado Miguel Alemán, Estación Pesqueira, Altar, Caborca, Naco, todas ellas en Sonora, ha diversificado el espacio público de las comunidades en términos de restaurantes, negocios, escuelas, e instituciones culturales. Lo anterior ha traído también la creación de una serie de organizaciones de la sociedad civil y de base religiosa como la casas YMCA en Agua Prieta y Tijuana, el albergue Juan Bosco en Nogales, la casa de la Mujer Migrante en Agua Prieta, el Albergue del Desierto y Centro de Apoyo al Trabajador Migrante en Tijuana, el CCAMYN en Altar por nombrar sólo algunos.
Por otra parte, las políticas antiemigrantes estadounidenses que prácticamente han sellado las áreas tradicionales de cruce (Tijuana/San Diego; Ciudad Juárez/El Paso) debido a su militarización, han dirigido el movimiento migratorio a otras comunidades como la de Altar, Sonora la cual se ha convertido en un sitio para la confluencia en aumento de diversas mezclas de personas que producen una geografía estratégica para el proceso migratorio internacional. Altar al igual que otras comunidades fronterizas, fungen desde los noventas, como lugares de contención para la migración hacia Estados Unidos (Durand y Malone, 2002).
Altar, Sonora es también un ejemplo de esas geografías rurales olvidadas (Philo 1992, Valdéz-Gardea, 2007) por las políticas de desarrollo regional y por los estudios migratorios que han favorecido a lo que llamo el "centro
fronterizo" (con sarcasmo) produciendo una asimetría académica en los estudios migratorios, olvidando que en la actualidad son las comunidades localizadas en la "periferia fronteriza" las que se han convertido en los puntos centrales para la migración. El "centro fronterizo" (Tijuana-San Diego; Ciudad Juárez-El Paso; Nogales Sonora-Nogales Arizona, etc.) ha protagonizado los estudios migratorios en las ciencias sociales. El "centro fronterizo" (Valdéz-Gardea, 2007) o "frontera frente" (Castillo Manuel y otros, 2007) han sido definidos desde el poder central. Castillo (2007) hace una crítica a la perspectiva que desde los centros de poder visualiza a la frontera como espacio limítrofe de uno de los lados, y considera importante trascender hacia una visión que plantee las estrechas dinámicas entre ambas áreas y los procesos que le otorgan identidades.
Por ejemplo, Altar no es frontera física inmediata pues se encuentra a una hora y cuarenta minutos de El Sásabe Sonora, frontera con El Sásabe Arizona. Sin embargo esta comunidad se ha convertido en la sala de espera más importante para las dinámicas y prácticas de la migración internacional. Lo anterior representa lo limitante de analizar lo que acontece en la frontera encapsulando la teoría y las prácticas en espacios duales como las comunidades que colindan directamente con Estados Unidos.
Abrirse a un criterio más amplio de lo que es la frontera en donde el concepto se desterritorializa así como las investigaciones de ésta, en donde la ampliación de frontera combine lo geográfico, lo simbólico y lo disciplinario (Grimson 2003), evitaría por una parte, caer en la tentación de narraciones esencialistas en donde se adopta el punto de vista del actor migrante oprimido, víctima de la globalización ocasionando con esto narraciones sectarias de la realidad (García 2004). El abrirse a un concepto más amplio de frontera permitiría presentar la voz del actor migrante para entender y nombrar los lugares y los sitios donde sus demandas o su vida cotidiana entran en conflicto con otros. Las categorías de contradicción y conflicto están, por tanto, en la manera de concebir la investigación en la frontera.
Lo limitado de considerar sólo el espacio fronterizo dual como eje para analizar lo que acontece en el proceso migratorio reduce el análisis de las relaciones que se gestan, se nutren y se reproducen desde y para la comunidades de origen, relaciones que se han articulado históricamente y que se traducen entre otras cosas, en redes sociales y capital social (i.e. como la socialización del fenómeno migratorio en la vida cotidiana, la escuela, la iglesia, el changarro de la esquina, la convivencia en el barrio el contar que te mandó tu padre de E.U, etcétera.) que trascienden a las comunidades de paso (en Hermosillo migrantes llegan en el ferrocarril y se quedan en la ciudad, poblado Miguel Alemán)-a las comunidades fronterizas (Caborca, Altar, El Sásabe) y la infraestructura que se forja alrededor del fenómeno, las colonias, religiones y organismos lengua, educación, costumbres alimentación)-a las ciudades receptoras.
En corto, el concepto frontera (visto como comunidades separadas por líneas divisorias) se achica por las complejas interacciones producto de cumulativas experiencias que los migrantes llevan consigo y que muchas veces dejan en ellas al asentarse por períodos largos o permanentes. Estas interacciones rebasan el análisis tradicional de la frontera "dual" e invita a reflexionar sobre los desafíos teóricos y metodológicos que trae consigo el espacio fronterizo concebido históricamente como "de paso" pero que según algunos autores tiende desde mediados de la década de los noventa a retener más migrantes.
Actores Globales
La globalización ha puesto en crisis los marcos ideológicos dominantes en los estudios sobre migración los cuales habían mantenido la estabilidad y definición de las identidades del actor migrante, no permitiendo la irrupción de la heterogeneidad del mismo (Hale 1997, 574). Sin embargo la heterogeneidad del actor migrante se ha evidenciado en los últimos años mostrando que las consecuencias de la globalización han acentuado las desigualdades, el descenso en la calidad de vida o las dificultades de sobrevivir. Los esquemas tradicionales del migrante varón pobre, no educado proveniente del área rural mexicana, han sido desplazados por hombres y mujeres de todas las edades, provenientes de diversas partes del país, de todas las clases sociales y con agendas diversas.
Por ejemplo en los últimos años se ha incrementado la presencia de menores migrantes, especialmente de menores entre 14 y 17 años edad muchos de ellos ya son padres o madres de familia, o que viven en unión libre y que pese a su corta edad ya tienen la responsabilidad del cuidado de la familia. También conversamos con menores que viven con un solo padre de familia en la casa de abuelos y que perciben la necesidad de contribuir o ser el principal sustento económico de la familia. Ello perfila una generación de migrantes jóvenes que está produciendo y reproduciendo el proceso migratorio en toda su extensión. Lo anterior desafía los esquemas presentados por la limitada literatura sobre el tema que muestra a los menores como viajeros pasivos, acompañantes de familia, aventureros, o sólo en busca de la reunificación familiar y habla de la necesidad de movernos hacía un análisis más dinámico de la situación que muestre la complejidad del fenómeno y la heterogeneidad del mismo. Ilustro lo anterior con un ejemplo:
En el albergue Camino a Casa del menor migrante repatriado en Nogales, Sonora conocimos a Esmeralda una hermosa joven de 15 años de edad, ojos verdes, piel blanca y cabello largo y oscuro originaria de Culiacán, Sinaloa. Al principio creímos que era una de las secretarias del albergue pues vestía unas zapatillas negras tacón número 7, pantalón de mezclilla que moldeaba su figura, quizás talla 3, una blusa negra con un pronunciado cuello v con encaje del mismo color, y una pequeño saco blanco. Su pelo estaba peinado en una cola que caía por la espalda aunque ella insistía colocarla a un lado de su pecho. Esmeralda había intentado cruzar sola hacía Nogales, Arizona, con una credencial falsa que dice se encontró en la central camionera de Nogales Sonora. Ella iba a encontrarse con su esposo de 21 años de edad quien tenía 4 meses trabajando en Phoenix. La idea era según comentó: "voy a ir a hacer la tarea pues queremos tener un hijo". Sin embargo el intento de cruce no funcionó. El agente fronterizo la llevó a una de las oficinas al ver que la credencial no concordaba con su descripción física "y eso que me solté el pelo –dice Esmeralda- y me lo alboroté un poco para parecerme a la muchacha de la foto pero ni al caso". En la oficina el agente, una mujer, la revisó de pies a cabeza. Esmeralda comenta: "yo creo que era lesbiana pues me metió mano entre mis piernas y por atrás y me tuve que levantar la blusa".
El aspecto de Esmeralda levantó muchos comentarios en el albergue entre los jóvenes, "parece payaso con tanto maquillaje", decían unos. "Imagínate que hubiera caminado: no llega la violan así, otros". Para Esmeralda todos eran una bola de nacos, y lo único que quería era irse, "yo soy diferente, yo no pertenezco a este lugar me muero por irme, ni al caso", dijo.
Los estudios antropológicos sobre migración han tenido que moverse de aquellas comunidades "aisladas" y "remotas" que tradicionalmente habían sido el blanco de una buena parte del discurso sobre migración y que habían definido la identidad del actor migrante, ha estudios que desafían categorías y modelos preconcebidos, estudios que parecen decirnos que el mundo se mueve en más de una dirección.
Poblaciones complejas y trabajo de campo
El trabajo de campo antropológico cuenta con una larga historia que va desde Lewis Morgan describiendo las relaciones de parentesco de los indios Iroquois, pasando por Franz Boas y su trabajo de campo en la isla Vancouver a donde viajaba diariamente desde su hotel en un pueblo cercano recabando datos de informantes claves, hasta Bronislaw Malinowski y la creación de lo que vino a ser conocida como observación participante. La idea era pasar un año o más solo entre los grupos nativos aprendiendo de su cultura. Esta idea sigue siendo dominante hasta la fecha y ha marcado una de las principales cualidades de la antropología americana.
Esta herencia ha tenido su impacto en los estudios antropológicos a nivel metodológico y teórico. Tenemos así que el contexto de la investigación y el contexto de la teoría eran por default reducidos al tamaño de la comunidad estudiada. Por otra parte, entre más exótico fuese la investigación, más grande sería el prestigio el cual tendría su pago en el mercado académico (Lewellen 2002, 56).
La observación participante tradicional estaba justificada por el hecho de que las comunidades estudiadas eran relativamente "estables" en muchos casos los pobladores de esas comunidades habían pasado toda su vida en ellas.
Sin embargo, actualmente el contexto nos habla de gente que constantemente se mueve o comunidades que existen por pequeños periodos. De esta manera, lo que conocemos por "culturas, comunidades o lo local" ya no ocupan territorios estrictamente bien definidos sino que se encuentran desparramados por todos lados y constantemente cambiando de forma.
En este marco, surgen la pregunta: cuáles son los desafíos de realizar investigación antropológica en el contexto globalizador?
Dentro de estas estructuras débilmente definidas como podría ser la frontera, el típico cara a cara trabajo de campo de largo término puede ser insuficiente en la investigación cuando nos enfrentamos con poblaciones móviles, como veremos más adelante.
Es decir, el trabajo de campo contemporáneo exige la necesidad de expandir la investigación antropológica hacia a lo que algunos autores llaman como "comunidades accidentadas de memoria", (Lewellen 2002, 102) de gente brevemente unida por eventos traumáticos como los refugiados en campamentos, las víctimas de desastres naturales, civiles o soldados en guerras, o migrantes en tránsito. Estos actores están unidos no por clase o cultura sino por lazos de necesidad temporal y por la intensidad de sus compartidas experiencias. Como lo expresan estos jóvenes migrantes con quienes conversamos en Altar:
Ante la pregunta de buenos días ¿cómo están? Manuel, de 42 años originario de León Guanajuato, contestó dirigiendo su mirada hacia José uno de los jóvenes que lo acompañaba de 29 años originario del estado de Campeche, "aquí nomás esperando, dijo Manuel, matando el tiempo es que mi cuate anoche casi no pudo dormir se puso muy malo, es que llegó ya malo pues la refrigeración del camión la ponen muy fuerte".
Manuel había arribado a Altar el sábado por la mañana del mes de noviembre del 2006. José de 29 y Luis de 24 años originarios del estado de Campeche, tenían 15 días en Altar y dos intentos fallidos de cruce hacia el país vecino por El Sásabe. Se conocieron en la casa de asistencia en la que estaban hospedados. A escasos dos días de haberse conocido Manuel ya sabía todo de José y Luis. Estaba notoriamente conmovido por la enfermedad de José, compartía con él el extrañamiento por los hijos, la esposa y los padres "y fíjese que él tiene una niña de 20 días de nacida" decía Manuel con admiración pero por eso estamos aquí para sacar a los hijos adelante.
"La noche del domingo, cuando José se puso tan malo—comenta Manuel—fui a comprar penicilina 800, una jeringa y alcohol en la farmacia y lo inyecté. La mano de Dios me ayudó, yo había visto como se hace dijo, primero se le saca el aire a la jeringa golpeándose así con el dedo (señalaba), después se le pone alcohol en donde se va a inyectar y luego se le da como una pequeña nalgada y se inyecta. Antes de hacerlo me lavé las manos con alcohol –dijo- sonriendo". José comentó que ya se sentía mejor.
Esa mañana Manuel lo acompañó a la clínica móvil de la Cruz Roja en donde le dieron pastillas para la infección de garganta. "Es que no se puede ir así decía Manuel, es muy peligroso, tiene que estar sano para intentar cruzar de nuevo si no, no va aguantar, se va a quedar tirado por ahí".
"Como no los voy a ayudar si andamos en las mismas decía Manuel, yo me siento un poco responsable pues soy más grande, ellos son muy jóvenes, andan solos igual que yo, andamos en las misma decía Manuel.
Algunos autores comentan que la observación participante en el trabajo de campo sigue siendo un método muy importante en la investigación antropológica sin embargo, el contexto actual requiere que este método sea visto como un método alternativo como otros más o como un método que debería ser parte de otros en la investigación no como el único utilizado en el proceso investigativo (Lewellen 2002).
El presente contexto requiere por ejemplo el seguimiento de redes migratorias a través de la frontera, o entrevistar a migrantes en sus lugares de origen, en las comunidades de paso durante su viaje, los lugares de tránsito parcial, temporal o definitivo (por ejemplo la Colonia Metalera en Hermosillo, Poblado Miguel Alemán, Estación Pesqueira, Caborca, Altar, El Sásabe), en los espacios en donde viajan e interactúan (aeropuertos/avión, centrales camioneras/camiones, estación de ferrocarril/trenes), y en las comunidades receptoras de otro país.
El trabajo de campo multicitado es una necesidad en estudios trasnacionales, frecuentemente no es el punto final de destino lo que es importante para el investigador del tema migratorio sino lo que hay en medio (Lewellen, 2002). El análisis de redes que tuvo su cúspide en los años 60´s y 70´s ha sido resucitado recientemente en los estudios sobre migración siendo este concepto esencial para el entendimiento de este fenómeno.
Otros métodos en estudios multicitados
Autores como Gupta y Ferguson (1997, 38) hacen un llamado por incluir otras formas de representación aparte del trabajo de campo como lo son: investigación de archivo, el análisis del discurso público, entrevistas, periódicos, ficción, o representaciones estadísticas de colectividades. A lo anterior le agregamos el uso del video como herramienta metodológica y los estudios fotográficos que son de vital importancia cuando trabajamos con poblaciones móviles.
El trabajo de campo colaborativo es fundamental. En otras ocasiones he hablando sobre la importancia de mantener el contacto con los sujetos de estudio una vez que el trabajo de campo haya terminado (Valdéz-Gardea 2007). Actualmente es fácil y de bajo costo el entablar comunicación con algunos informantes vía cartas, teléfono o correo electrónico (Lewellen 2002). Ello le da un toque refrescante y colaborativo a la investigación ya que se puede mantener informado del acontecer y de los updates al mismo tiempo que se avanzaría en uno de los pendientes de la antropología esto es el de reconocer al informante (migrante, curandero, pescador, campesino, músico, etc.) como productor de conocimiento. Como planteado por la Red de Antropología del Mundo (WAN), deberíamos trabajar para visibilizar los "diferentes conocimientos que las antropologías centrales ignoran, descalifican o subordinan" (Stephen 2007, 44).
En suma, considero que el contexto actual requiere por una parte, afinar los métodos en antropología para abordar la problemática heterogénea y compleja de la frontera como espacio dinámico con interacciones volátiles y llenas de significados.
Por la otra, requiere una participación más activa del antropólogo para desafiar y denunciar etnográficamente la creación de identidades hacia el actor migrante con carga negativa impuestas por la tecnología mediática de occidente y reproducidas globalmente. Me refiero a la producción y reproducción ideológica de la identidad del migrante como "ilegal" la cual ha subjetivizado su identidad como peligroso delincuente, causante de inseguridad en las comunidades de tránsito y receptoras tanto en México como Estados Unidos (para el caso de comunidades fronterizas en México ver los estudios de Méndez Sáinz (2008).
Al respecto, Santa Ana (2002) analiza el poder del vocabulario para construir, distorsionar y fomentar las imágenes de poblaciones no deseadas. El uso de palabras como "flujo", "mar" o "río" de "gente en las fronteras", deshumaniza a los grupos minoritarios como los Latinos y Negros. Santa Ana comenta en su trabajo que los mismos activistas y académicos simpatizantes de los migrantes sin querer, perpetúan imágenes negativas al adoptar palabras popularmente aceptadas de esta manera se convierten en partícipes del sistema político que produce el miedo y/o desconfianza hacia el sujeto "indeseable".
Lo anterior ha ocasionado entre otras cosas, la justificación de las violentas acciones por parte de grupos como los minuteman o caza-migrantes y el posicionamiento de este discurso en la agenda política como lo observamos con la aprobación por el Senado y La Cámara de Diputados en los Estados Unidos el pasado septiembre del 2007 de la construcción de un muro de 700 millas en la frontera entre México y Estados Unidos. Este muro, según los políticos que lo aprobaron, es para prevenir la entrada de personas "ilegales" y para aumentar la "seguridad" de los Estados Unidos.
En corto, considero que el desafío consiste en saber cómo mantener a la teoría y al activismo comprometidos el uno con el otro, que en el mejor de los casos, pueda dar lugar a una etnografía que arroje luz sobre los problemas y las oportunidades que se perfilan más adelante (Hale 1997). El desafío también consiste en saber cómo presentar los resultados de la investigación, al tiempo que la antropología se desplaza hacia una comunicación efectiva que vaya más allá de la formalidad académica, la autoridad etnográfica (Hale 1997) y las declaraciones autocomplacientes (Narayan 1993).
Bibliografía
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